Con agitada adrenalina salió de su casa y
su estado de shock no le permitió el llanto. Sin embargo, no era tan débil para
permitirse seguir ahí. El amor no había dejado de ser amor, pero sí había
dejado de ser lo más importante y esa fue razón suficiente. Pero, ¿cuándo se
identifica la diferencia? En las relaciones las palabras pueden ser dulces pero
los hechos amargos y eso sólo causa dolores inexplicables de estómago que son
señales de “algo aquí no está bien”. Pero luego vienen otra vez las palabras
dulces y algunos momentos satisfactorios y olvidamos el asunto. Esa falta de
coherencia confunde por un rato hasta a la persona más inteligente. El era esa persona
inteligente… y que sin decir nada, sabía más… Ignoraba los dolores de
panza pensando que eran inseguridades suyas. Se auto convencía que era el miedo
natural a perder algo por amarlo demasiado: “sí eso debe ser”. Pero con el paso de los días los corazones
ya no estaban tan conectados. A veces la distancia se mide en “prioridades” más
que en kilómetros. Aquella tarde la discusión se salió de control y, aunque
nadie le dijo que se fuera, los hechos tampoco le pidieron que se quedara.
Quería decirle que es prioridad ser prioridad. Él estaba en una frecuencia
donde ella estaba exagerando y nadie tenía la culpa y nadie tuvo razón, pero su
amor propio le despertó la fuerza de voluntad que le activó el instinto de dar
los pasos que lo alejaron de lo que estaba haciendo tan feliz. Y es en el
momento menos esperado que termina lo que un día se quiso para siempre. Tomó el
amor que le quedaba para llevárselo como película que proyectaría más tarde con
un helado de frutillas y de a litro. Ya lo había hecho veces anteriores, así
que el final de otra historia de amor no era nuevo para ella. Por este motivo
la vida le confirmó que la experiencia de haber probado el desamor te hace
inmune. No por eso no lloró, no por eso no sintió, pero confiaba en que tener
el corazón roto es un capítulo amargo donde tarde o temprano terminas de pie.
Revisaba el celular como cuando abres el refrigerador sin ni siquiera tener
hambre. Encendió varios cigarros en su nombre y dejó que las canciones tristes
rodaran por su cabeza soltando lágrimas atoradas en los hubieras. Aún así él
sabía que la meta en el desamor es aceptar el duelo pero no dejar que se
apodere de ti. Y no, tampoco intentó huir… Evadir podrá ser aparentemente más
fácil pero te atoras en vez de aprender. Cuando evades una dolorosa situación
desaprovechas el capítulo de soledad donde la vida quiere enseñarte
curiosamente que no estamos solos. Pero él no quiso evadir y aunque le vino un
miedo hacia el porvenir, también sintió un amor que no viene de ninguna mujer.
Pensó que aunque tener el corazón roto te haga sentir paralizado, es necesario
hacer uso de la fuerza que te queda para reinventarte y nunca perder la
esperanza en los días felices. Siempre se puede creer en las nuevas
posibilidades. Entonces, ¿qué es lo que verdaderamente duele de todo esto? Su
lógica le decía que si ella no era para él entonces ya se había resuelto el
problema y que si sí era para él llegaría la forma de estar juntos de nuevo.
Entonces: ¿de qué me preocupo?, se repetía. Volvió a acordarse de las otras
historias y se le iba el mundo encima, su alma agonizaba hasta las cinco de la
mañana y la tristeza lo volvía poco o nada funcional, y es que cuando se está
realmente triste se pierde el permiso de ver hacia delante. Pero para él esta vez
las cosas serán diferente... la vida es cíclica. ¿Quién se queda para siempre?
Dicen que la familia, el amor verdadero, algunos amigos pero personas están y
se van. Es doloroso sí, dejar a alguien vivir únicamente en los recuerdos es
frustrante cuando aún deseas que más anécdotas pasen. Tener que borrar tu
futuro imaginario con la persona que amas es algo casi comparable con la muerte
en el sentido de que esa persona vivirá pero jamás contigo. Terminar con
alguien es un duelo y vivirlo un reto. Lo importante son tus principios y la
tranquilidad de que lo hiciste bien, de tu honestidad, de que luchaste y
entregaste todo. Mientras más vas creciendo la vida te enseña eso a fuerzas, a
porrazos. Gente se queda y gente se va, y esa es la única constante, aunque
vuelvas a pintar la casa o cambiar de sabanas o a soñar. ¿Qué nos queda? Vivir
a tope cada segundo, cada beso… y si se va, se irá con el recuerdo de que
fuiste todo tú, enteramente. Por eso a él le gustaba entregarse por entero,
dejar todo en las canchas, sudarlo todo, expresarlo todo, porque más allá de si
se queda o se va, tú te quedas en su memoria todo tú, todo entero. Vivir con la
satisfacción de que amaste lo mejor que pudiste es tu firma, es tu sello y que
no se podrán borrar fácilmente, eres la diferencia. Recorrer el parque de las
memorias de vez en cuando para las personas que amaron a tope, será un lugar
donde siempre encuentren flores… Cuando amaste ese momento lo hiciste tuyo, dar
no te quita y a eso venimos en la vida, a amar a tope, con la forma y expresión
de la individualidad de cada ser humano. ¿El secreto? Ama en tierra segura,
donde sepas que tu amor es valorado, recibido y compartido de vuelta. Es el
único consejo que en la mente de él se paseaba, porque al bajar las escaleras,
con esa adrenalina, en ese estado de shock, encontró que también se puede
sentir paz en medio de la adversidad. Porque cuando amaste con todas tus
fuerzas decir adiós duele. Y duele terrible. Pero no te destruye, te
engrandece. Como dijo alguien por ahí “A veces la distancia se mide en
prioridades más que en kilómetros, por eso eres mi estrella
perfecta… pero en cielo equivocado…”
jueves, 17 de septiembre de 2015
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