jueves, 17 de septiembre de 2015

El Secreto



Con agitada adrenalina salió de su casa y su estado de shock no le permitió el llanto. Sin embargo, no era tan débil para permitirse seguir ahí. El amor no había dejado de ser amor, pero sí había dejado de ser lo más importante y esa fue razón suficiente. Pero, ¿cuándo se identifica la diferencia? En las relaciones las palabras pueden ser dulces pero los hechos amargos y eso sólo causa dolores inexplicables de estómago que son señales de “algo aquí no está bien”. Pero luego vienen otra vez las palabras dulces y algunos momentos satisfactorios y olvidamos el asunto. Esa falta de coherencia confunde por un rato hasta a la persona más inteligente. El era esa persona inteligente… y que sin decir nada, sabía más… Ignoraba los dolores de panza pensando que eran inseguridades suyas. Se auto convencía que era el miedo natural a perder algo por amarlo demasiado: “sí eso debe ser”. Pero con el paso de los días los corazones ya no estaban tan conectados. A veces la distancia se mide en “prioridades” más que en kilómetros. Aquella tarde la discusión se salió de control y, aunque nadie le dijo que se fuera, los hechos tampoco le pidieron que se quedara. Quería decirle que es prioridad ser prioridad. Él estaba en una frecuencia donde ella estaba exagerando y nadie tenía la culpa y nadie tuvo razón, pero su amor propio le despertó la fuerza de voluntad que le activó el instinto de dar los pasos que lo alejaron de lo que estaba haciendo tan feliz. Y es en el momento menos esperado que termina lo que un día se quiso para siempre. Tomó el amor que le quedaba para llevárselo como película que proyectaría más tarde con un helado de frutillas y de a litro. Ya lo había hecho veces anteriores, así que el final de otra historia de amor no era nuevo para ella. Por este motivo la vida le confirmó que la experiencia de haber probado el desamor te hace inmune. No por eso no lloró, no por eso no sintió, pero confiaba en que tener el corazón roto es un capítulo amargo donde tarde o temprano terminas de pie. Revisaba el celular como cuando abres el refrigerador sin ni siquiera tener hambre. Encendió varios cigarros en su nombre y dejó que las canciones tristes rodaran por su cabeza soltando lágrimas atoradas en los hubieras. Aún así él sabía que la meta en el desamor es aceptar el duelo pero no dejar que se apodere de ti. Y no, tampoco intentó huir… Evadir podrá ser aparentemente más fácil pero te atoras en vez de aprender. Cuando evades una dolorosa situación desaprovechas el capítulo de soledad donde la vida quiere enseñarte curiosamente que no estamos solos. Pero él no quiso evadir y aunque le vino un miedo hacia el porvenir, también sintió un amor que no viene de ninguna mujer. Pensó que aunque tener el corazón roto te haga sentir paralizado, es necesario hacer uso de la fuerza que te queda para reinventarte y nunca perder la esperanza en los días felices. Siempre se puede creer en las nuevas posibilidades. Entonces, ¿qué es lo que verdaderamente duele de todo esto? Su lógica le decía que si ella no era para él entonces ya se había resuelto el problema y que si sí era para él llegaría la forma de estar juntos de nuevo. Entonces: ¿de qué me preocupo?, se repetía. Volvió a acordarse de las otras historias y se le iba el mundo encima, su alma agonizaba hasta las cinco de la mañana y la tristeza lo volvía poco o nada funcional, y es que cuando se está realmente triste se pierde el permiso de ver hacia delante. Pero para él esta vez las cosas serán diferente... la vida es cíclica. ¿Quién se queda para siempre? Dicen que la familia, el amor verdadero, algunos amigos pero personas están y se van. Es doloroso sí, dejar a alguien vivir únicamente en los recuerdos es frustrante cuando aún deseas que más anécdotas pasen. Tener que borrar tu futuro imaginario con la persona que amas es algo casi comparable con la muerte en el sentido de que esa persona vivirá pero jamás contigo. Terminar con alguien es un duelo y vivirlo un reto. Lo importante son tus principios y la tranquilidad de que lo hiciste bien, de tu honestidad, de que luchaste y entregaste todo. Mientras más vas creciendo la vida te enseña eso a fuerzas, a porrazos. Gente se queda y gente se va, y esa es la única constante, aunque vuelvas a pintar la casa o cambiar de sabanas o a soñar. ¿Qué nos queda? Vivir a tope cada segundo, cada beso… y si se va, se irá con el recuerdo de que fuiste todo tú, enteramente. Por eso a él le gustaba entregarse por entero, dejar todo en las canchas, sudarlo todo, expresarlo todo, porque más allá de si se queda o se va, tú te quedas en su memoria todo tú, todo entero. Vivir con la satisfacción de que amaste lo mejor que pudiste es tu firma, es tu sello y que no se podrán borrar fácilmente, eres la diferencia. Recorrer el parque de las memorias de vez en cuando para las personas que amaron a tope, será un lugar donde siempre encuentren flores… Cuando amaste ese momento lo hiciste tuyo, dar no te quita y a eso venimos en la vida, a amar a tope, con la forma y expresión de la individualidad de cada ser humano. ¿El secreto? Ama en tierra segura, donde sepas que tu amor es valorado, recibido y compartido de vuelta. Es el único consejo que en la mente de él se paseaba, porque al bajar las escaleras, con esa adrenalina, en ese estado de shock, encontró que también se puede sentir paz en medio de la adversidad. Porque cuando amaste con todas tus fuerzas decir adiós duele. Y duele terrible. Pero no te destruye, te engrandece. Como dijo alguien por ahí “A veces la distancia se mide en prioridades más que en kilómetros, por eso eres mi estrella perfecta… pero en cielo equivocado…”

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